Hoteles Cápsula

Los hoteles cápsula son el resultado del moderno Japón. Tal vez un ejemplo resulte útil para aclarar esta afirmación. Piénsese en Tokio: esta es la metrópolis más poblada del mundo con 26 millones de habitantes, tiene una necesidad extrema de espacio y, por ende, valores siderales en lo que a propiedades inmobiliarias se refiere. Esta combinación de factores hizo que los que trabajan en la ciudad vivan a una media de 100 km de distancia y que utilicen el tren como principal medio de transporte. ¿Pero qué ocurre cuando pasa el último tren? ¿Pueden todos los empleados costear los valores de los hoteles japoneses? La respuesta a estas preguntas han sido los hoteles cápsula. Lo que podría entender como una solución exageradamente nipona, por lo realista, práctica y efectiva.

El primer hotel-cápsula abrió sus puertas en 1977 en Osaka, el valor de la habitación era de 1.600 yenes. Poco más de treinta años después esta modalidad se ha expandido a las grandes ciudades de Japón. La habitación/cápsula tiene un costo que oscila entre los 2000 a 4000 yenes la noche, algo así como 25 a 30 y en los hoteles se ofrece todo lo necesario para el descanso y la puesta en marcha, desde ropa de cama hasta la camisa para el día siguiente.

El concepto está pensado para empresarios o empleados de las grandes firmas de la ciudad, el grupo que más viaja y que requiere en muchas ocasiones una cama a precio barato. Porque lo importante en estos casos no son las grandes comodidades – aunque muchas de los servicios de estos hoteles compiten con los de los establecimientos 4 estrellas -, sino apenas descansar cuando perdieron el último tren, bebieron demasiado y no quieren utilizar el coche o no han encontrado una habitación en un hotel. Por supuesto, también se encuentra el grupo de curiosos que quieren descubrir algo diferente, sumergirse en la cultura local y optan por pasar una noche en un Hotel Cápsula.

Entrando en la cápsula

En la madrugada el espacio se vuelve aún más escaso y es casi milagroso encontrar disponibilidad en hoteles; es entonces cuando la opción del hotel cápsula se vuelve sumamente interesante. Aquí no es necesario realizar reservas, apenas llegar y pagar. Y en muchos de estos hoteles se paga sólo con monedas, por lo que ni siquiera es necesario entablar conversación con los recepcionistas.
Tras pagar la tarifa de la habitación, se recibe la yukata (el albornoz japonés), una toalla o dos y la llave pulsera encargada de abrir la zona de taquillas en donde pueden dejarse el traje y el ordenador. Es aquí donde las personas se despiden de sus zapatos y reciben una especie de pantuflas, el único calzado permitido en el interior del hotel.

El huésped se encuentra listo para aprovechar las instalaciones comunitarias del hotel, no hay habitaciones en suite, los huéspedes tienen que hacer uso de servicios y duchas compartidas. En general los baños son japoneses, de esos en los que las personas se duchan sentadas en un banquito, aunque en el último tiempo se han incorporado duchas occidentales, principalmente en las áreas de mujeres.
Además entre las comodidades cinco estrellas se encuentran sesiones de masajes o baños turcos, por ejemplo, siempre antes de irse a dormir a la cabina, por unos 23 euros, o 3.300 yenes. Muchas veces las instalaciones comunitarias incluyen restaurantes, máquinas expendedoras, mesas de pool y otros servicios de entretenimiento como enormes televisores, equipos de audio y ordenadores. 

Luego de perder algunas de las horas de descanso es tiempo de ir a las habitaciones, esas salas en donde se encuentran los, en ocasiones, cientos de cubículos organizadas en filas de dos pisos, cada una con un “número de habitación” y con una luz que indica si se encuentran ocupados o no. 

Originalmente los hoteles cápsula eran sólo para hombres, pero con la creciente importancia de la mujer en el mundo de los negocios el concepto cambió. Muchos de los establecimientos han abierto sus puertas al género femenino. La apertura es paulatina, las opciones no son mixtas, los pisos son por género y las cápsulas no pueden ser compartidas.

En el interior

Las habitaciones, de plástico reforzado o fibra de vidrio, son de 2,10 metros de largo, y tienen una altura y un ancho de más o menos 1 metro. Estas dimensiones indican que esta opción de alojamiento está vedada para quienes no son sumamente esbeltos. La habitación incluye una cama, TV, radio, alarma y luz para lectura. El diseño del cubículo estuvo inspirado en el de las cabinas de avión, no tiene  ningún ángulo recto ni esquinas afiladas que podrían suponer un peligro en un espacio muy reducido.
En general, al interior de los nichos se repite la misma disposición: en el lado izquierdo de la pared hay un espejo circular y un panel en el que se explican las rutas de escape en caso de emergencia. Del lado derecho una mínima repisa en la que se encuentra el panel de mandos que controla todos los “servicios de la habitación”.

Un dato importante es llevar tapones para los oídos, porque si bien las diferentes cápsulas están separadas unas de otras, y una cortina o una puerta de fibra de vidrio las aísla del exterior, la división no es total y se pueden escuchar los ruidos de los clientes que duermen en las camas superiores o en las laterales.

Producto de Exportación

Si bien este tipo de alojamiento es la quintaesencia de la vida moderna japonesa y no responde a los estándares de comodidad que reinan en occidente, sus influencias comienzan a hacerse sentir en el Viejo Mundo. El encarecimiento de las tarifas hoteleras y el esplendor de las compañías low cost están tiñendo algunas de las opciones de alojamiento.
La tendencia básica es la reducción al mínimo del tamaño de  las habitaciones y un ejemplo claro de este cambio es Londres. La capital británica, una de las ciudades más caras del mundo, ya ofrece lo que se conoce como easy-hotel. Estos establecimientos de dimensiones mínimas ofrecen los servicios básicos y cobran los accesorios como la limpieza de la habitación, el desayuno y las toallas limpias. Este tipo de hotel empieza a mostrarse en otras capitales europeas como París o Bruselas, en lo que parece ser la dulce versión europea de los hoteles-cápsula.

Por cortesía de: VerJapon.com

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