En 1943 escribió y dirigió su primera película Sugata sanshiro (La leyenda del gran Judo), cuyo éxito le obligó a filmar, dos años después, una segunda parte titulada Zoku sugata sanshiro (La nueva leyenda del gran Judo), con la que pasó a la primera línea del cine japonés.
Pero su éxito internacional llegaría con Rashomon (1950), protagonizada por su actor fetiche, Toshiro Mifune, y que logró el León de Oro del Festival de Venecia y el Oscar a la mejor película extranjera. Su larga filmografía en los años sucesivos inmortalizó su nombre entre los grandes directores de la historia del cine y le valió una legión de admiradores, también en el todopoderoso Hollywood, donde es reverenciado por directores como George Lucas, Steven Spielberg, Francis Ford Coppola o Quentin Tarantino.
Maestro contemporáneo
“La influencia de Kurosawa se percibe en buena parte del cine contemporáneo. Por ejemplo, fue el pionero en esos desplazamientos de cámara que son ahora básicos en Hollywood y el cine de Asia. ¿Dónde estarían Ang Lee, John Woo o Zhang Yimou sin el legado de Kurosawa?”, se pregunta el crítico Peter Cowie.
En Japón, pese a la modestia de los eventos conmemorativos, la Universidad de Ryukoku, en Kioto, recordó que cien años después del nacimiento del genio sus archivos más personales están al alcance de cualquiera en Internet. |